12.5.06

TXT: Volver a leer a Vallejo

Esperaos. Ya os voy a narrar
todo. Esperaos sossiegue
este dolor de cabeza. Esperaos.
Trilce 42

El domingo pasado salió, gratis, en Página/12 un libro que contiene Los Heraldos Negros y Trilce. Mis ediciones son muy viejas y están ajadas. Lo compré y lo volví a leer (con el página limpié los vidrios de casa, lástima que el Radar es muy duro, hay que usarlo para escurrir las milanesas).
Volví a leer a Vallejo: Volvieron a darme ganas de llorar. Una vez se lo comenté a una profesora de Literatura Iberoamericana y se rió de mí. Claro, no está bien emocionarse en la Academia. Y con Vallejo parece que muchos críticos se emocionaron demasiado y eso, repito, está mal visto. Los aprendices de intelectual debíamos superar esa emoción y sonreír de lado cuando alguien se atreve a semejante cosa.
Dijeron de Vallejo que había muerto de hambre y de tristeza, que era una especie de dios desparramado entre los mortales, sólo por su poesía, que era el testimonio vivo del dolor del hombre en el mundo. Aquí es donde un intelectual sonríe de lado.
Viajó por toda Europa. En París y Moscú se detuvo especialmente. Escribía crónicas para un diario de Trujillo. Nunca he leído notas hechas en plena vanguardia con tanta lucidez. “Vanguardistas de salón que vanguardizan para galerías”, decía él, el más vanguardista de todos que había escrito, solo en medio del alto peruano, en 1922, Trilce, el conjunto de poemas que todavía hoy es nuevo y brillante como un secreto. Quisieron halagarlo en España diciéndole “surrealista avant la lettre", precisamente, por Trilce. Y él se ofendió. No le gustaba el surrealismo. A mí tampoco me gusta. Dalí es padre del monstruo más inoperante del arte. Ahí la tenemos a su hija boba, Martha, con su publicidad de Tafirol*.
Como buen padre, Vallejo no tuvo hijos, sólo lectores, que es un modo de parir. Quizás el mejor.
El domingo 14/05, sale, supongo, Poemas póstumos, también publicados como Poemas humanos. Esos sí que duelen. Esos sí que salvan.
“Tengo fe en ser fuerte”, recuerdo que dice alguno de Trilce,”tengo fe en que soy y en que he sido menos”.
Y otra: “Pienso en tu sexo. Simplificado el corazón pienso en tu sexo”.
Me dan ganas de ir a casa a leerlo.

* Pudo Martha, no obstante, dar con una buena obra, de verdad vital, hace un tiempo, en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza

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